domingo, 3 de mayo de 2015

De la información al conocimiento, estrategias docentes (parte II)

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Os habéis fijado alguna vez la cantidad de controles que debes pasar cuando vas a coger un avión? En cada nuevo control te piden (y revisan) información diferente. Además de los que hacen las propias  aerolíneas para verificar que tu eres el pasajero que ha comprado el billete, también debes pasar, como mínimo, por dos controles de seguridad: en el primero te hacen pasar por el arco de seguridad y pasan tus pertenencias por los rayos y en el segundo te miran con atención tu documento de identidad y lo escanean para que quede constancia que estás entrando en el país. Pues en el cerebro pasa exactamente igual y, nosotros como educadores, debemos hacer que los controles de cada alumno nos dejen pasar para así poder convertir la información en conocimiento.

Como os comentaba en la anterior entrada, nuestra amiga SARA es la que permite que los estímulos exteriores pasen o no (este sería el primer control de seguridad del aeropuerto), pero os preguntaréis ¿qué sucede una vez la información pasa las puertas del SARA? La información tiene que volver a pasar otro control, y esta vez los encargados son los cuerpos de seguridad del Sistema Límbico, en especial la Amígdala y el Hipocampo.


Situación de la amígdala en el cerebro
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En este caso la decisión que debe tomar el sistema límbico es sencilla y sólo responde a una cuestión: ¿la información sensorial que ha dejado pasar SARA es favorable para mi supervivencia y me otorgará placer?
  • Si la respuesta es afirmativa, información recibida será enviada a la parte del cerebro racional que le corresponda porque la amígdala estará relajada.
  • Si la respuesta es negativa, la información no será enviada al cerebro racional porque el cerebro entrará en "modo supervivencia" lo que significa que dejará de pensar y lo único que hará será reaccionar ante la amenaza. En este "modo supervivencia" el cerebro estará consumiendo más alimentos y más oxígeno, aspecto que no favorece la entrada de información al cerebro.
Ante este funcionamiento del cerebro, ¿qué podemos hacer los educadores?
  • Evitar las situaciones de stress en los alumnos para permitir que la amígdala esté relajada y hacer que la información fluya correctamente a través del sistema límbico. Cuando la amígdala está relajada y la información se asocia a emociones positivas, esta tiene más posibilidades para quedar guardada en la memoria a largo plazo.
  • Promover un clima de confianza y seguridad dentro de la clase para que la amígdala siempre esté relajada y permita el correcto flujo de la información externa.
  • Tener en cuenta los conocimientos previos del alumnado para así evitar la frustración ante aprendizajes muy lejanos de su zona de desarrollo próximo (la ZDP de Vygotsky) y así activar el hipocampo que es el encargado de relacionar la nueva información con el conocimiento previo. Si ponemos al alumnado ante conocimientos que queden muy lejanos de sus conocimientos previos, la amígdala se activará ante la situación de frustración.
  • Permitir momentos de relajación y meditación dentro del aula para así hacer relajar la amígdala y permitir situaciones positivas dentro de clase.
¿A partir de ahora vas a intentar que la amígdala de tus alumnos esté relajada? ¿Qué estrategias se te ocurren?

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